¿Has pensado alguna vez que los millonarios tienen un día de 24 horas igual que tú? Conclusión lógica, no nos falta tiempo, sino que debemos aprender a usarlo mejor. Y de la misma forma que alguien que compra la lotería, licor y tabaco a diario se queja de no tener dinero, el problema muchas veces está en el desperdicio de los recursos.

Veamos esta perspectiva. Hay actividades rutinarias que toman poco tiempo; sin embargo, si las llevas a una base anual te das cuenta de su alto impacto. Por ejemplo, algo a lo que le dedicas apenas 10 minutos diarios, te habrá consumido al cabo de 12 meses el equivalente a 7.6 jornadas, en un lustro serán 38 días y 380 en un período de 50 años.

De este modo, supongamos que empleamos 30 minutos cada día en la revisión y lectura del correo electrónico, que no es una exageración. Al finalizar el año, le habremos dedicado 23 jornadas de 8 horas, lo que representa 4.6 semanas laborales (de 40 horas). O sea, más de un mes de trabajo se habrán ido leyendo emails, muchos de los cuales no nos dejaron ninguna utilidad.

¿Impactado? Es la oportunidad de pensar muy seriamente en cómo deseamos invertir el tiempo. ¿Estamos dispuestos a gastar años de nuestra corta vida en leer el email, enterarnos de los detalles íntimos de quienes dicen todo lo que hacen por Facebook, mirando empalagosas novelas cuyo final nos sabemos de memoria, hablando y leyendo banalidades por WhatsApp, etc.? Una perspectiva de largo plazo nos ayuda a tomar decisiones optimizadas.

En resumidas cuentas ¿Crees que no tienes ocasión para estudiar el inglés? ¿Ir al cine con tus hijos? ¿Practicar un deporte que, a la larga, te beneficiará enormemente? A lo mejor con un pequeño ajuste diario y abriendo espacio dentro de tu apretada agenda lo consigues, y con ello, una cantidad inmensa de satisfacción personal. Esta perspectiva también nos facilita el decidir en cuales de nuestras relaciones queremos invertir. ¡Conviértete en dueño y señor del tiempo que te ha sido dado!